Javier Valero
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CUANDO INTENTAR EL ASCENSO
Hay dos factores a tener en cuenta para elegir la época: las condiciones meteorológicas y la afluencia de visitantes que encontraremos en la ruta.
Evitando la época más lluviosa (marzo, abril y mayo), durante el resto del año no hay variaciones significativas en cuanto a la meteorología, lo que permite realizar la ascensión al Kilimanjaro en cualquier otro mes del año. Los mejores meses quizás sean enero y febrero, por ser los más secos y cálidos. Otra buena época es de junio a septiembre, aunque las temperaturas son más bajas y hay más gente (coinciden vacaciones de europeos y norteamericanos). En diciembre (Navidad y Fin de año) también aumenta el numero de personas que intentan la ascensión.
La temperatura varía en función de la altura y va descendiendo desde los 20ºC a 1000 m. hasta los -15/-20ºC de la cumbre.
En las zonas más bajas de bosque es habitual que las temperaturas sean agradables. Superada esta zona es frecuente encontrarse con que las noches son muy frías y las mañanas soleadas, con posibilidad de lluvia o nieve en cualquier época del año. La diferencia térmica entre el día y la noche se irá haciendo más acusada a medida que se asciende, hasta llegar a la cumbre, donde el frío sólo suele permitir un breve lapso de tiempo para disfrutar del ascenso.
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¿QUIÉN PUEDE HACER LA ASCENSIÓN ?
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Para realizar la ascensión hay que estar preparado físicamente y acostumbrado a hacer montaña habitualmente.
La dureza de la ascensión radica principalmente en la aclimatación a la altura más que el desnivel. Nuestra ruta se alarga dos días más para que la aclimatación sea más llevadera. El desnivel solo se ve a medida que va cambiando el paisaje y la temperatura.
Otro factor clave es saber administrar las fuerzas por que el cansancio se va acumulando y el último día es muy largo y duro; la recompensa al llegar a la cima es extraordinaria.
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Daniel Angulo
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Tiene la ventaja de que la pendiente es menor que otras rutas de ascenso.
Permite una mejor y mayor aclimatación a los cambios de altura.
Las vistas sobre la sabana son impresionantes.
No hay problemas técnicos.
El grupo de guías, cocinero y porteadores se encargan de todo. Es un ascenso “cinco estrellas”.
Hay entre 3 y 5 porteadores por persona.
Se puede hacer durante todo el año.
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No son unos guías cualquiera. Conocen perfectamente el terreno y, más importante todavía, el esfuerzo que requiere lograr subir la montaña más alta del continente africano. En muchos casos llegan a actuar como auténticos coachs y son capaces de motivar al viajero al mismo tiempo que detectan inmediatamente si está o no listo para poder cumplir con cada etapa del ascenso. Son esenciales para llegar a la cumbre y poder disfrutar del logro.
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Andres Lopez
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Juio Angulo
Durante la ascensión, cada día, todo empieza con una taza de té en la tienda y un barreño de agua caliente para asearse. Así es como los porteadores despiertan a los viajeros para comprobar si han descansado bien y cuál es su estado en cada nueva etapa. Después el desayuno, consistente, a base de porridge, fruta, huevos revueltos, frankfurt, pan, mantequilla, miel, té y café, hay que empaquetar la mochila con lo imprescindible para la nueva etapa: ropa por si llueve, ropa para el frío, la cámara y la cantimplora con agua hervida y con pastilla potabilizadora.
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Juio Angulo
Los porteadores se encargan de recoger el campamento, empaquetarlo todo y cargarlo haciendo la misma ruta que los viajeros a un ritmo que les permite llegar antes a la siguiente parada, que es para comer, y tener tiempo de organizar la cocina, que la hay, y para que el cocinero prepare el almuerzo que puede ser a base de sopa y pollo “atlético”.
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Se llega al siguiente campamento entre las 5 y las 6 de la tarde. Momento de calma, cambio de ropa y descanso mientras el aroma de unas palomitas recién hechas invade las tiendas y la tienda común, donde se sirve un té caliente y reparador. Antes de la cena, hay tiempo de relajarse, escribir en el diario de viaje, asearse, leer, dormir o, simplemente, dedicarse a la contemplación. Las cenas que se preparan son calóricas y reconstituyentes.
Después de la cena se explica el plan de ruta para el día siguiente.
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Vicente Guinea
Dicen los porteadores y los guías que el mejor ritmo de ascenso es el “pole-pole”, es decir un ritmo muy lento que ayuda a la aclimatación, y la aclimatación es una de las garantías de éxito para coronar la cumbre.
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Coronar el Kilimanjaro, o mejor dicho el Uhuru Peak, es
una hazaña. Como ha dicho uno de los viajeros que logró el ascenso con Tuareg:
«Es una aventura de gente ordinaria haciendo algo extraordinario». La
intensidad de la subida y el esfuerzo realizado hacen que al llegar a la cima se desaten emociones de
alegría indescriptibles. Y no es para menos: supone estar a 5.895 metros de
altitud, rozando el cielo.
Vale la pena tomárselo con calma, sentarse y disfrutar de
las vistas y de la satisfacción de estar ahí durante los minutos que quedan
antes de tener que iniciar el descenso.
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