Madre mía. Soy incapaz de imaginar lo que se debe sentir al alcanzar una meta como esta. Debido al cansancio y el dolor físico, Pere no ha podido escribirme hasta ayer por la noche, pero hemos podido seguir su avance en las dos últimas etapas y Joan Bartomeu ha logrado lo imposible: ¡pillar el instante exacto en que Pere cruzaba la meta! Aquí lo tenéis:
El domingo nos escribió desde un hotel de Ouarzazate para contarnos cómo fueron las dos últimas etapas. El viernes tocaba maratón de 42 km, con una temperatura de 45º y subiendo, con el cansancio y el dolor de los 82 km aún encima y sin apenas haber dormido: «Perdonad por no haberos escrito el día del maratón, llegué fundido. Me tiré en la jaima a comer y dormir, aunque lo de dormir es relativo ya que el dolor en los pies es insoportable. He de ponerme una mochila para intentar dormir con los pies en alto».
Los 17 km de la jornada final se hacen eternos. Es la etapa en que los que han ido andando, corren, y los que han corrido, terminan andando; la carrera por los Champs-Élysées; la etapa mediática del MDS. «Los primeros 300 metros vas haciendo “¡Ay, ay, ay!”, hasta que el dolor de los pies se convierte en cansancio general y jadeos a cada paso. ¿Cómo pueden las 820 personas que aún quedan ir andando penosamente con las manos alzadas, como si bailaran sardanas, y de repente, cambiar el chip y ponerse a correr todos? No hay dolor».
En la línea de meta les esperaba Patrick Bauer en persona, entregando las medallas y abrazándoles uno por uno. «¡Qué personaje! Dicen que cada día, después de dar la salida con música de ACDC de fondo, rompe a llorar…».
Por fin terminó la odisea para Pere, aunque les Sables todavía le reservaba un último regalo. Nada más llegar al hotel se tuvo que trasladar a la clínica, donde le diagnosticaron una infección en los dos pies “hinchados como butifarras”. Ha pasado todo el domingo en la habitación a base de antibióticos, entre sudores y fiebre: «Ahora, domingo por la tarde, ¡ya puedo apoyar el pie en el suelo!». Pero la jornada también le deparaba una buena noticia. Según la clasificación, Pere había terminado en el puesto 122 -que ya me parece brutal-, pero le han perdonado una penalización de una hora (y 200 €) que tenía desde el primer día por algún problema con el electrocardiograma, lo cual le ha situado en un extraordinario puesto 102.
Aún a riesgo de sonar melodramático, en nombre de todos los que te hemos seguido día a día, gracias por dejarnos compartir contigo lo que supone estar en el maratón más duro del planeta.
¡Bienvenido a casa, campeón!
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