Un proyecto de desarrollo del turismo en Congo-Brazzaville nos ha llevado descubrir las selvas de África ecuatorial, y también el litoral Atlántico. Aquí van algunas impresiones.
Cubre el norte del país. El escenario que imaginamos los que crecimos viendo las películas de Tarzán. Caminar por senderos abiertos por los elefantes; claros en el bosque a los que acuden a beber los animales, compartir mesa con los biólogos que participan en los diferentes proyectos de investigación. O andar por la selva inundada con el agua hasta las rodillas.
En el área de Mondika se encuentran dos familias de gorilas de llanura habituadas a la presencia humana. Encontrarse con ellas es una de las grandes experiencias que pueden vivirse a nivel de vida salvaje. ¿Mejor que en Uganda/Rwanda? No, pero el nivel que alcanza la adrenalina es superior aquí.
Ha sido el destino de nuestra visita. La cifra de 150 visitantes anuales da una idea de lo vírgen que se mantiene el entorno. Llegar allí no es fácil, aunque el trayecto es fascinante. El aeropuerto más cercano es Ouesso; desde allí se remonta en canoa a motor el rio Sangha para llegar a la aldea de Bomassa donde se encuentran las oficinas del Parque. Las excursiones a los campamentos de Mbelli Bai (un claro en el bosque con plataforma de observación) y de Mondika (Observación de Gorilas) figuran en nuestro particular Top 10 viajero.
Congo Brazzaville es un país políticamente estable y con unos niveles de seguridad altos. No confundir con la R.D de Congo (o Congo Kinshasa). Tanto en Brazza como en Pointe Noire es posible salir por la noche a tomar una cerveza sin problemas.
Nos acompañan en determinadas etapas del viaje como porteadores, guiándonos al encuentro de los gorilas o manejando las canoas. Algunos continúan viviendo en el bosque y otros construyen sus chozas en las afueras de la aldea de Bomassa.
Patrocinada por el Nacional Geographic, esta expedición de 18 meses a traves de la selva de Congo y Gabón se convirtió en una de las grandes aventuras del siglo XX.
Nuestro viaje sigue algunas de sus etapas y nos ayuda a entender la magnitud y complejidad de ese proyecto.
Playas vírgenes y prácticamente desiertas. La cara B es que las playas vírgenes no suelen destacar por su limpieza, y que están desiertas porque el oleaje del Atlántico no invita al baño. A lo mejor en otra estación la situación mejora.
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