Eshala Perahera. Autor: Elvira Martínez
En la ciudad de Kandy, durante las noches de luna llena, se celebra el Esala Perahera, el festival budista más emblemático y reconocido de Sri Lanka. Considerado una de las expresiones más auténticas de la cultura cingalesa, su duración se extiende por diez días llenos de esplendor y devoción. En este periodo, la reliquia más sagrada y custodiada del país, la verdadera joya de la corona, hace su salida del templo: el venerado diente de Buda.
Las calles de Kandy se transforman en un espectáculo vibrante cuando comienza el Esala Perahera. Miles de personas se congregan, algunas con velas en mano, otras con miradas llenas de emoción, mientras la procesión avanza. Desde cuatro santuarios sagrados emergen las representaciones de las divinidades, escoltadas por más de cien imponentes elefantes adornados con mantos brillantes y detalles dorados. La música resuena en cada rincón: los tambores marcan el ritmo, los flautistas llenan el aire con melodías ancestrales y los acróbatas y danzantes aportan su energía a esta mágica celebración.
Pero el Esala Perahera es mucho más que una procesión. Es una semana de festividades donde lo religioso y lo cultural se entrelazan. Los templos abren sus puertas para rituales solemnes, las calles se llenan de espectáculos folclóricos, y el ambiente se impregna de la esencia de Sri Lanka. Es un homenaje a las tradiciones, un recuerdo de los ancestros y una reafirmación de la devoción hacia el budismo.
Para los habitantes de Sri Lanka, este festival va más allá de su carácter espiritual. Es un momento de unión, de orgullo cultural, de encuentro entre generaciones. Familias enteras se reúnen para admirar los desfiles y renovar su conexión con la historia. La comunidad vibra con cada evento, compartiendo sonrisas, gestos de respeto y una alegría que atraviesa las calles y los corazones.
El Esala Perahera atrae a visitantes de todo el mundo que vienen a presenciar esta extraordinaria muestra de tradición y espiritualidad.
En todo el mundo, existen festividades en las que multitudes se congregan para rendir homenaje al diente de Buda. Sin embargo, ninguna se compara con el Esala Perahera, el gran festival de verano de Sri Lanka. En el corazón de esta celebración se encuentra la procesión de la reliquia más venerada del país: un diente atribuido a Buda, cuidadosamente transportado sobre el último de los majestuosos elefantes que desfilan por las calles de Kandy. La historia de esta reliquia sagrada está marcada por un largo viaje lleno de peripecias, hasta encontrar su hogar definitivo en la isla del Índico.
Este evento único tiene lugar en una noche de luna llena, cuando la ciudad se llena de luces, música y energía vibrante.
La procesión es el momento culminante de una semana de festividades, en la que la tradición se expresa en todo su esplendor: danzas folclóricas, espectáculos de fuego, explosiones de color, y el inconfundible aroma del incienso flotando en el aire. Miles de personas, entre devotos y visitantes, se congregan para vivir este evento que une la espiritualidad con el arte y la cultura.
Esala Perahera vendría a significar la procesión del mes Esala, que en el calendario cingalés correspondería en parte a nuestro julio y agosto.
El festival Perahera en Kandy es una de las celebraciones más esperadas por los cingaleses, donde las calles se llenan de devotos y curiosos que acuden para admirar la espectacular procesión. Los participantes visten sus mejores galas, con trajes coloridos que relucen bajo la luz de las antorchas, creando un espectáculo visual hipnotizante. Más que un festival, el Perahera es una manifestación de cultura, espiritualidad y tradición, donde el pasado y el presente se encuentran en una celebración única.
Natural de Barcelona, Pilar Petit se estableció en Sri Lanka en 1994. Ahora, tendremos la oportunidad de empaparnos de su experiencia.
Fue tras un año como coordinadora de proyectos humanitarios de Médicos Sin Fronteras, cuando decidió quedarse allí, atraída por su belleza, por su gente y sus sonrisas.
Durante los años que ha vivido allí ha tenido la oportunidad de disfrutar de una isla maravillosa a la vez que ha podido profundizar en su cultura y su espiritualidad, pero no fue hasta el año 2009 que, finalizada la guerra civil, decidió dedicarse al mundo del turismo y desde entonces ha ido acompañando a todos nuestros grupos.
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