Khiva, Uzbekistán | © Isaac Álvarez
Cuando alguien te susurra la palabra Samarkanda, lo primero que nos recuerda esa palabra es a épocas pasadas o a esos cuentos de las mil y una noches que te contaban antes de acostarte. Es un lugar mágico en el que se entremezcla Oriente y Occidente y que vivió su máximo esplendor cuando Tamerlán, el heredero de Gengis Khan la nombró capital del imperio.
El sentido de la existencia de esta ciudad recae en la llamada Ruta de la seda, era el cruce de caminos en Asia Central donde llegaban y partían las caravanes repletas de mercancías para la gente que les esperaba a un lado y a otro del camino.
Viajar a Uzbekistán es rememorar algunas de las páginas más interesantes de los libros de historia. Por aquí discurría la antigua Ruta de la Seda, también aquí Tamerlán se proclamó heredero de Gengis Khan y, ya en nuestra era, esta república vivió la caída de la URSS.
«El guía, Arnold Alí, podría calificarlo sin ninguna duda como el mejor guía de viajes que he tenido jamás: erudito, amable, simpático,… El grupo era reducido y de gente agradable e interesada en lo que veíamos»
JUAN G > Septiembre 2019
Visitamos dos países de Asia Central completamente diferentes. Seguiremos la ruta clásica del Uzbekistán monumental, donde se encontraban algunas de las principales etapas de la antigua Ruta de la Seda: Jiva, Bujará y Samarcanda. En Kirguistán, país montañoso y de grandes espacios naturales, el itinerario transcurre alrededor del lago Son Kul y de la cordillera del Tien Shan.
En este viaje seguiremos la ruta clásica monumental, con una incursión en la localidad de Sentiab entre las montañas de Nurata y el desierto de Kizilkum, lejos del ajetreo de las ciudades.
Si os gusta combinar los viajes en bicicleta con los de cultura por ciudades antiguas, Uzbekistán os resultará apasionante. Recorreremos una región única, donde la cordillera Nuratau creció en medio de dos grandes desiertos de Asia Central – Kizil-Kum al norte y Kara-Kum al sur. Los ciclistas serán recompensados con unos paisajes increíbles que cambian de kilómetro en kilómetro con los maravillosos colores de los desiertos y las cadenas montañosas.
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