Material

Las fechas están cada vez más cerca y hay que empezar a hacer los deberes.

Hay una lista de material que, hace unos meses, cuando la vi, me dije: “¡Uf! Esto ya lo miraré con calma cuanto falte menos”. En realidad creo que hay dos objetos indispensables: un buen calzado y una mochila. Estos dos elementos hay que trabajarlos con tiempo. En cuanto al calzado, todos sabemos que nunca hay que ir a hacer un trekking con botas nuevas, y con el calzado deportivo es lo mismo, hay que conocerlo, hablarle y que se adapte a nuestro pie. La mochila es otra pieza clave, es la base para transportar los 9 o 13 kilos que deberemos cargar en nuestra espalda durante las siete jornadas de autosuficiencia. Una buena relación y respeto mutuo evitará las rozaduras que deriven en llagas o ampollas de grandes dimensiones.

Para entrenar con peso, el primer día que tuve la mochila, cogí dos piedras grandes y las cargué dentro. No podía esperar, tenía ansiedad por sentir que era eso de correr con peso. Obtuve un resultado rápido. A consecuencia del rebote de los cantos de las afiladas piedras, rasgué parte de la mochila y parte de mis lumbares. Aprendí la lección.

Segundo intento: cargué con un depósito de 5 litros de agua, que no llegué a llenar del todo, puse aproximadamente unos 4 litros. Convencido de que al menos sabía los kilos que cargaba en la espalda, salí a entrenar. ¡Error! El agua se balancea de forma gratuita de un lado a otro mientras corres y dificulta mantener el paso recto; te conviertes en un auténtico péndulo.

Al final, la mejor fórmula son unas bolsitas zip de congelados llenas de arena del parque infantil. Cada una de ellas pesa un kilo justo, de manera que antes de salir a entrenar con la mochila voy variando y elijo si llevarme dos o tres o hasta seis bolsitas de congelados.