En un remoto rincón al norte de Tanzania se alza una asombrosa montaña llamada Ol Doinyo Lengai, donde las fuentes de lava se endurecen en el aire y luego se fragmentan como cristal.
En lenguaje Masai significa Montaña de Dios y se encuentra cerca del lago Natron y forma parte del sistema volcánico del Gran Valle del Rift. El volcán se encuentra en una parte de la zona de falla llamada Cuadrícula de Sikes y es uno de los volcanes más curiosos ya que es el único que arroja lava natrocarbonatita. Estas lavas son como ninguna otra lava, repleta de calcio, sodio y dióxido de carbono, dando lugar a algunas de las propiedades más extrañas de este tipo de erupciones.
Autor Vicenç Sanchez
La lava de Ol Doinyo Lengai es extremadamente fría (500-600 ° C, comparada con 1.160 ° C para lava basáltica) y relativamente fluida. Ol Doinyo Lengai alterna entre erupciones de lava líquida que forman lagos de lava y fuentes (llamadas erupciones efusivas) y erupciones explosivas que construyen grandes nubes de cenizas. El paisaje volcánico resultante es muy diferente de cualquier otro en el mundo.
Los Masais saben vivir en armonía con un “peligro” natural que para cualquier occidental significaría salir corriendo. A pesar de las constantes amenazas de erupción son capaces de vivir una vida sostenible y sabiendo que hacer si el volcán decide rugir.
La ascensión, que en nuestro viaje es opcional, suele realizarse de noche, o antes del amanecer, para huir del calor que abrasa el paraje por el día. Se suben 1.700 metros de desnivel y unn bastón será de gran ayuda. Es una subida muy exigente, que pone a prueba piernas y gemelos pero, a diferencia de otras montañas de la zona, la altitud no supone un problema. Cuando ya quedan más o menos unos tres cientos metros para alcanzar la cima, la montaña se endurece porque se asciende entre lava seca y dura de anteriores erupciones. Es un escenario de otro mundo y donde el cansancio de la subida desaparece gracias a las vistas espectaculares del Rift Valley y de la cumbre nevada del Kilimanjaro.
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