Si hay algo con lo que cualquier viajer@ estará de acuerdo, es que el mundo que nos rodea es maravilloso. Y precisamente nosotros, que conocemos su belleza, sabemos también de la importancia de preservarlo. Pero nadie nace enseñado, y a veces es complicado saber de qué modo podemos ayudar a la conservación de nuestro planeta. Por ello, continuamos con «No hay planeta B«, una serie de publicaciones en la que trataremos de dar consejos sobre acciones que pueden ayudarnos a conservar nuestro maravilloso mundo.
Nunca pensamos, cuando iniciamos esta serie de publicaciones, todo lo que aún nos quedaba por aprender. Ha sido un año desastroso para muchos, también para nosotros. No obstante, aquí estamos. Podríamos lamentarnos y quedarnos de brazos cruzados, pero nuestro carácter nos ha empujado a seguir. Y en el camino, hemos recordado cosas que ocasiones se pierden de vista, y hemos aprendido muchas cosas nuevas.
Ya lo sabíamos. Nuestra actividad, vuestros viajes, son fundamentales para el trabajo de muchas personas, y de ellos dependen muchas famílias. No solamente las nuestras (que también), pero también la de muchas personas alrededor del mundo.
Hasta ahora, habíamos vivido situaciones en los que determinados destinos, debido a situaciones de guerra, políticas, o a catástrofes naturales, dejaban de recibir turismo de un día para otro, dejando de repente a mucha gente sin posiblidad de trabajar. En ocasiones, podíamos permitirnos el lujo de echar una mano a aquellas personas que de un día para otro se quedaban sin nada.
Pero la situación que estamos viviendo es algo sin precedentes, que afecta de modo global, y a todo el mundo; A nosotros, guías, alojamientos, comunidades locales…, y con especial dureza a las pequeñas empresas, comunidades y alojamientos locales. Nos damos cuenta, más que nunca, del desastre que supone detener nuestra actividad.
De ello sacamos una clara reflexión; Viajar, siempre que podáis hacerlo. Vuestros viajes son el pan de muchos.
La otra cara de la moneda es clara, y por poco que nos guste, es muy real. Detener la actividad tiene también un impacto positivo, esta vez sobre el medio ambiente. Y es algo que, aunque podíamos imaginarlo, esta situación nos muestra de forma más evidente que nunca.
En estos meses, el retroceso de la actividad humana ha permitido que la naturaleza recupere parte de su espacio, y nos ha acercado a un mundo que se parece mucho más al lugar en el que nos gustaría vivir. Es, sin duda, una oportunidad para ver con nuestros propios ojos el efecto de nuestra actividad diaria (no solamente los viajes), y de ver cómo es el mundo si dejamos de comoportarnos cómo venimos haciendo.
Es por ello que es un buen momento para reflexionar, pensar en lo que hacemos bien y en aquello que podemos mejorar.
Entendemos la sostenibilidad cómo la búsqueda del equilibrio entre ambas cosas; Generar un impacto económico positivo a la vez cuidamos nuestro entorno al máximo. Y la reflexión es clara, ambas cosas cosas están condenadas a coexistir. ¡No esperemos más!
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