Benín, la cuna del vudú. Un festival que hace bailar a los espíritus
Más que un simple espectáculo, una auténtica experiencia de conexión ancestral
Situada al sur de Benín, la pequeña ciudad costera de Ouidah se transforma en un ruidoso escenario repleto de tambores, danzas e intensos colores. Miles de personas se desplazan a esta ciudad para asistir a una de las manifestaciones más auténticas de África Occidental. Cuando pensamos en vudú, es fácil caer en los cinematográficos clichés que se han extendido durante años, pero lejos de esto, el “Vodun” (como se le conoce) es una religión ancestral muy arraigada que honra a los espíritus de la naturaleza y los antepasados.
“Participar en esta celebración es mucho más que asistir a un desfile, es sumergirse en una tradición que, pese a sus connotaciones asociadas, destaca por su energía y simbolismo.”
Sus orígenes más profundos
Esta tradición religiosa animista tiene sus raíces durante los siglos XV y XIX en el antiguo reino de Dahomey (como se le conocía a Benín y una parte de Togo). La palabra “Vodún” que proviene de las lenguas fon y ewe, significa “espíritu”, “divinidad” o “fuerza invisible” y fue originada debido a que los pueblos de la región creían que el universo era habitado por energías espirituales. Dichas energías tenían una influencia directa en muchos aspectos transcendentales de la vida como: la salud, la cosecha, la lluvia, el nacimiento, la muerte o la justicia.
Una creencia que traspasó fronteras
Es posible que la palabra vudú resuena en nuestra cabeza ya que se extendió por todo el mundo durante los siglos XVII al XIX con la trata atlántica de esclavos donde millones de africanos fueron privados de su libertad en su propia tierra y llevados al Caribe y América. Fue allí, donde debido a la mezcla con religiones europeas y tradiciones indígenas, esta creencia espiritual evolucionó dando forma a subversiones. Aún así, todas conservan el mismo núcleo africano que cree en un dios supremo, los espíritus intermedios y el respeto por los ancestros.
Una sociedad marcada por el animismo
El vudú es un eje cultural, espiritual y social para gran parte d ela población beninensa. Se dice que más de un 60% de la población lo practica o se identifica con él de alguna forma. El respeto por las raíces y la conexión con los antepasados, y la naturaleza, han contribuido a su importancia, pues esta venera ese sentimiento de comunidad. Tras su reconocimiento como religión en 1996, se convirtió en un elemento de orgullo nacional e identidad cultural de alto valor tanto espiritual como turístico.
Mucho más que un festival de colores
Aunque cuando lo vemos por primera vez nos llama la atención los coloridos atuendos que llevan sus participantes, el festival de Vudú es mucho más que ruido, danza y color. No se trata de “un simple espectáculo”, sino que es una auténtica experiencia de conexión con el legado ancestral. Uno de los más potentes del continente africano.
Durante su celebración, destacan algunas tradiciones como las procesiones, sacrificios rituales y las ofrendas a los espíritus. Tradiciones que se han mantenido vivas y cargan de significado este día, donde además de danzas y rituales de trance, también se realizan eventos de corte cultural como mercados “fetichistas”, visitas a templos o decoración de calles.
Cuando los espíritus toman forma
Este evento está cargado de símbolos y detalles curiosos sobre los trajes, máscaras y vestimentas. Uno de los elementos más icónicos, son los “Zangbeto”, grandes disfraces cubiertos de paja, fibras vegetales y que ocultan completamente la persona que lo lleva, por lo que se da a pensar que ya no es un humano sino un espíritu. Este representa las fuerzas de la naturaleza, la noche, y los antepasados que actúan como guardianes para conectar lo humano con lo espiritual.
Otros disfraces o máscaras como los “Engungun” representan los antepasados que vuelven en trance atravesando la comunidad. Un vehículo sagrado que sirve para conectar con sus raíces.
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