Llevo una semana lesionado, una semana de reposo absoluto, una semana de vacaciones o castigo…
Cuando ya falta poco para partir hacia Marruecos, tengo una sobrecarga muscular. He visitado a un par de médicos y el segundo me ha dejado más convencido que el primero. Sinceramente, las lesiones musculares tienen pocas soluciones: reposo y más reposo. A esto es a lo que me refiero en la primera frase de este post: ¿vacaciones o castigo?
Ha empezado la cuenta atrás y comienzan a florecer los nervios. Sólo quedan dos semanas para volar hacia Ouarzazate. ¡Qué mejor forma de relajarse que salir a correr y consumir energía! Pero no, cuando uno esta lesionado y le han recetado reposo, no tiene esta opción, y van pasando los días y crecen las ansiedades. La situación provoca que me suba por las paredes y que hierva la sangre que corre por mis venas. Al romper una rutina puedes llegar a desorientarte, los pilares sobre los que te sostienes empiezan a tambalearse. En algunos momentos puedes llegar a sentirte Nicolas Cage en Leaving Las Vegas.
Para aplacar los nervios, hoy he ido a nadar. La natación es una disciplina que recomiendan practicar para cualquier lesión muscular. El agua te acaricia y te masajea, siempre de una forma dulce y suave. El agua aguanta nuestro cuerpo a flote como un algodón gigante que, con mayor o menor destreza, nos permite deslizarnos. No existe la agresividad de movimientos, el agua amortigua, es difícil lesionarse nadando.
Dentro del agua, moviéndome como una rana, fresquito, otra vez he pensado: “¡Qué lejos estoy del árido desierto!”.