En la oficina de Barcelona quisieron hacer una despedida y aproveché para enseñarles el equipo y el equipaje.
Joan B. no pudo resistir la tentación de probarse las gafas, la gorra, la mochila y el arnés portabebidas. Ahora ya podemos imaginar lo que deben pensar los habitantes del Sáhara marroquí al encontrarse con cuatrocientas personas vestidas de esta manera y corriendo por el desierto.
kkkkk….doncs si, una croqueta de aquestes val el seu pes en or!
El que donaria el Pere enmig del desert per aquesta croqueta.