Cien años, poca broma. La línea férrea que conecta Rusia de cabo a rabo, el Transiberiano, cumple 100 años de su puesta en marcha. Era un 5 de octubre de 1916 cuando se completaba el último tramo de la línea de ferrocarril más famosa de eurasia. Con la construcción de un puente para salvar el río Amur, en Khabarovsk, finalizaban las obras del último tramo de la línea principal del Transiberiano. Un puente que por sus dimensiones en su día fue bautizado como el «Milagro de Amur» y la última pieza de una obra mayúscula.
Seguramente no es una novedad decir que el Transiberiano es la línea ferroviaria más larga del mundo, con una longitud total de 9,288.2 km. Comienza en la estación de tren de Yaroslavl en Moscú y termina en Vladivostok, en la costa del Pacífico de Rusia.
Muy cerca de allí se iniciaron las obras de esta impresionante vía de comunicación. El que sería posteriormente emperador Nicolás II, puso la primera piedra de la estación de Kyperovskaya, con orquestra y gran pomposidad, en mayo de 1891.
Algunos datos sobre el Transiberiano
En su recorrido por las vías del Transiberiano un tren conecta con 88 ciudades de la Federación Rusa, y pasa por encima de 16 ríos de caudal destacable. Es tal la longitud del trayecto que también atraviesa 8 zonas horarias oficiales. Y es que estamos hablando de la más larga de cualquier ruta de pasajeros del mundo. ¡Un convoy tarda 6 días y 10 minutos para cubrir la distancia entre Moscú y Vladivostok.!
El Transiberiano juega un papel clave en el desarrollo social y económico de Rusia. Las regiones por las que pasa la línea extraen el 65% de carbón de Rusia, representan el 20% de las refinerías de petróleo del país y producen el 25% de su producción de madera.
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