El pasado febrero un grupo de viajeros salió hacia las llanuras de Ndutu, en Tanzania, al encuentro de los grandes rebaños que, en su migración anual, se detienen durante unas semanas para dar a luz a sus crías. Es lo que se conoce como la paridera de febrero y el guía del viaje, Marc Magrans nos cuenta sus impresiones al regreso
Aunque muy conocida, la migración de los herbívoros africanos no deja de sorprender y maravillar a los viajeros que por estas fechas tienen la suerte coincidir con este descomunal espectáculo.
Más de un millón y medio de ñús, 250 mil cebras y algunos miles de otras especies, se desplazan entre Kenia y Tanzania, atravesando en febrero la zona de conservación del Ngorongoro y las llanuras del lago Ndutu antes de entrar al parque nacional del Serengueti.
La sabana queda cubierta por días, de largas e interminables hileras de animales que caminan como en fila india siguiendo las lluvias, desde los pastos más secos hacia zonas más verdes donde se puedan alimentar sin problema.
Es en este periodo cuando estos animales dan a luz sus crías antes de proseguir en su migración anual. Y entonces comienza la acción: los carnívoros y carroñeros africanos se concentran alrededor de los rebaños, al acecho del alimento que necesitan sus camadas de cachorros. Es el ciclo de la vida africano; la selección del más fuerte y un espectáculo de una belleza y proporciones magníficas. La sabana cubierta de herbívoros, crías y adultos, y los predadores esperando su oportunidad. Cada escena de caza es un momento inolvidable que queda en la memoria del viajero.
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