La Ruta de la Seda fue una red de caminos con finalidad comercial, que surgió en el siglo I a.C. fruto de una gran demanda de seda procedente de China. Comenzando en Chang’an (actualmente Xi’an), en China, sus diversos itinerarios abarcaban toda Asia, conectando finalmente con Europa y África oriental.
Además de mercancías, por esta ruta se intercambiaron ideas y conocimientos e inevitablemente, muchos mitos y leyendas en referencia a la propia Ruta de la Seda. Algunos de ellos fueron obra de Marco Polo, uno de los primeros europeos en recorrer el famoso itinerario, sobre el cuál escribió el libro «El millón», obra provocó que fuera tachado de cuentista y de exagerado.
Aunque a día de hoy resulta imposible saber si muchos de estos relatos son ciertos o no, sí que hay verdades constatadas, algunas de ellas muy curiosas. A continuación te las explicamos.
1 – Mucho más que seda
A pesar de que la seda fue el desencadenante de fuertes relaciones comerciales y del establecimiento de La Ruta de la Seda, esta vía fue utilizada para intercambiar todo tipo de materiales. China no sólo exportaba seda, sino también cerámica, porcelana, hierro, bronce, goma laca y jade. A su vez, aprovechaba la ruta para la importación de piedras preciosas, oro, plata, marfil, cristal, perfumes y tintes.
2 – Un secreto guardado durante 3000 años
La producción de seda se inició en siglo XXVII a.C. y el secreto de su fabricación se guardó durante más de 3 milenios, hasta aproximadamente el año 300 a.C. Fueron los tejedores coreanos (quienes habían estado trabajando en China), los que desvelaron el secreto de regreso a su país de origen.
3 – Gusanos de contrabando
En el siglo VI, dos monjes llevaron gusanos de contrabando a Constantinopla, haciendo posible la producción de seda en Europa. A partir de este momento, la fabricación de seda en nuestro continente fue creciendo hasta la 2ª Guerra Mundial. Actualmente, China vuelve a ser el principal productor mundial de este material.
4 – Un material prohibido en Roma
En Roma, la ley prohibía a los hombres vestirse con seda, ya que se consideraba un tejido demasiado femenino. Más tarde el senado romano trató, sin éxito, de prohibir esta tela de forma general, por considerar su uso en la vestimenta como «decadente e inmoral». Pero detrás de las razones morales se escondía otra muy distinta; la compra de seda suponía una enorme salida de oro del imperio.
5 – Marco Polo no fue el primero
Marco Polo fue uno de los primeros europeos en recorrer la Ruta de la Seda, pero no el primero. Como mínimo, su padre Nicoló Polo y su tío Mateo Polo ya lo habían hecho antes. Por lo tanto, el éxito de Marco Polo no se debe al descubrimiento, sino a la descripción de su viaje en sus escritos.
6 – Una ruta llena de peligros
Muchos fueron los mercaderes que, siguiendo La Ruta de la Seda, nunca llegaron a su destino. Durante toda su historia, fue un trayecto lleno de peligros. Por una parte, ladrones y merodeadores hacían los caminos inseguros, amenazando con el robo de la valiosa mercancía. Por otra, los complicados desfiladeros por los que transitaban los animales facilitaban que estos se despeñaran, perdiendo así toda la mercancía y, en ocasiones, también los víveres para el viaje. Teniendo en cuenta que el 80% de la ruta transcurre entre glaciares, quedarse sin provisiones suponía un serio problema.
7 – La expansión del budismo
El budismo consiguió extenderse por toda Asia, en parte, gracias a la Ruta de la Seda. Fueron misioneros budistas de la India los que fueron extendiendo las enseñanzas del Buda allá dónde les llevaba la ruta, hasta finalmente penetrar en China. Los avanzados conocimientos en campos como la medicina, la astronomía y la filosofía de las Universidades Budistas, fue también un atractivo que favoreció la expansión de esta religión.
En el 2014, la Unesco declaró el tramo Chang’an – Tian-shan, Patrimonio de la Humanidad. Este recorrido abarca un trecho de 5000 Km que acaba en Uzbekistán y Kyrgyzstán. Actualmente, en Viatges Tuareg ofrecemos una ruta que permite conocer algunas de las principales etapas de este tramo de la Ruta de la Seda, deteniéndonos para conocer las ciudades de Khiva, Bukhara y Samarcanda y el monte Tien Shan.
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