Los puentes están hechos para unir, y tal vez esa sea la razón por la que nos gustan tanto. Desde que surgieran los primeros puentes en la Grecia de la Edad de Bronce, los humanos no hemos parado de levantar estas estructuras, tratando de salvar las distancias entre nosotros. Son tantos los puentes que hemos construido, que hoy en día suponen un inmenso patrimonio cultural, tesoros que nos hablan de historia, cultura y ciencia. Sin duda, grandes plataformas a las que merece la pena viajar.
Por eso hemos querido fijarnos en distintos puentes que encontramos en algunos de los países que frecuentamos. Vamos allá.
1 – Puente de Shuanglong, Yunnan, China.
También conocido como «El puente de los Dos Dragones«, este puente fue construido durante la dinastía Qing en el siglo XVII. Inicialmente este puente contaba con 3 arcos, y no fue hasta 1939 cuando se amplió debido al aumento del caudal del río. En la actualidad, el puente tiene una longitud de 148 metros, compuestos por 17 arcos. A lo largo de la pasarela, encontramos tres pavellones, uno principal en el centro y dos en los extremos. Por el excelente trabajo que supone y por la integración con la naturaleza que le rodea, este es considerado como uno de los mejores puentes de la antigua China.
2 – Puente de U Bein, Myanmar (Birmania)
En la ciudad de Amarapura (Birmania), encontramos el puente de U Bein, una espectacular plataforma que se alza encima del lago Taungthaman. Construido con madera de teca, este puente tiene una longitud de 1,2 km. Al caer la noche, pasear por el puente rodeado de tranquilas aguas es realmente impresionante. Tanto es así que es uno de los sitios que recomendamos para vivir un atardecer de película.
3 – Puente de las Cataratas Victoria (Zambia – Zimbabwe)
Inaugurado en 1905, este arco de acero une dos países, Zambia y Zimbabwe. Tiene una longitud de 156,50 metros construidos a una altura de de 128 metros, y por el transitan a diario peatones, trenes y vehículos. La construcción del puente de las Cataratas Victoria fue impulsada por Cecil John Rhodes, quien quería que el puente se construyera “donde el agua pulverizada de las cataratas salpique los vagones de los trenes”. Como dato curioso, el puente fue inaugurado por George Darwin, el hijo de Charles Darwin. Hoy en día, pasear por el es un verdadero espectáculo.
5 – Puente Khaju, Irán
Construido entorno al año 1960 por orden de el rey persa Shah Abbas II en la ciudad de Isfahan, este puente tiene una longitud de 126,5 metros formados a lo largo de 24 arcos, que atraviesan el río Zayandeh para unir el barrio de Khaju con el de Zoroástico. Salta a la vista que el calificativo de puente le queda corto, pues es más bien un edificio y como tal, en su historia ha servido como lugar de reuniones públicas y como casa de té, entre otras. En la parte superior del pabellón central, aún podemos apreciar los restos de un antiguo trono, construido para que el mismo rey Shah Abbas II pudiera contemplar las magníficas vistas. Esta estructura es sin duda una maravilla de la cultura Persa, definida por los arqueólogos Upham Pope y Jean Chardin como «el monumento culminante de la arquitectura de puentes persa y uno de los puentes más interesantes existentes… donde el conjunto tiene ritmo y dignidad y combina en una feliz coherencia, utilidad, belleza y recreación».
6 – El puente ŌNaruto, Japón
El puente colgante de Ōnaruto-kyo es una estructura que conecta la Isla de Awaji con Naruto, Tokushima. Terminado en 1985, en la actualidad una media de 18.600 vehículos cruzan este puente cada día. A pesar de ser uno de los puentes más grandes del mundo, la principal atracción del lugar no se encuentra en el propio puente, sino en las aguas que sortea. La corriente que crea la confluencia entre el Mar Interior de Seto y el Océano Pacífico, hace que se formen impresionantes remolinos, de los que ya hemos hablado en alguna otra ocasión.
7 – Puente Faidherbe, Senegal
El Puente Faidherbe se alza sobre el río Senegal para unir la isla de la ciudad de Saint-Louis con el continente africano. Este gigante de metal tiene una longitud de 507,35 metros y es un gran motivo de orgullo para la población de Saint-Louis. Su construcción se debe al incremento de la actividad comercial en la isla, que convirtió en insuficientes los ferrys que hasta el momento cubrían el trayecto. Fue el gobernador Louis Faidherbe quien se percató de la necesidad de su construcción e impulsó el proyecto, que finalmente se abrió en 1897 y que acabó tomando su nombre.
Llegados a este punto, nos damos cuenta de que cada puente es una expresión cultural que se dio en un momento de la historia, en un lugar concreto y con una finalidad específica. Por eso, aunque todos tienen un mismo fin, son en cambio muy distintos. Y tú, ¿con cuál te quedas?